La
llamada "Generación del 27" adeuda tal marbete a las
conmemoraciones que llevó a cabo el grupo con motivo del tercer
centenario de la muerte de Góngora, ante el desprecio de la
intelectualidad, en dos lugares: el primero, en la madrileña iglesia
de Santa Bárbara; el segundo, en el Ateneo de Sevilla, donde estos
amigos viajan invitados por dicha institución y por Ignacio Sánchez
Mejías, el torero que manejaba con igual destreza el capote y la
cultura. Son García Lorca, Alberti, Cernuda, Salinas, Guillén,
Diego, Dámaso Alonso, Prados, Altolaguirre y Aleixandre
Seguiremos
para el estudio de este grupo el mismo empleado para el Modernismo,
esto es, un criterio cronológico, aunque, no obstante, hay que
indicar que etapas de influencia que son simultáneas o muy próximas.
Influencia
del Ultraísmo y Creacionismo y del Cubismo pictórico (1918-1921).
A
finales de la segunda del siglo XX el Modernismo ha muerto. Con la
irrupción de las vanguardias a finales de la segunda década (el
Cubismo y el Futurismo son anteriores) se produce un cambio, una
ruptura mucho más profunda y drástica de la que supuso el
modernismo con respecto a la literatura de la Restauración. Y de la
misma manera que el Modernismo contó con un profeta, Salvador Rueda,
así también las vanguardias en España tuvieron en la genial figura
de Ramón Gómez de la Serna su heraldo y en la Revista
de Occidente,
de Ortega y Gasset.
De
la epidemia de "ismos" la primera gran influyente será
para los del 27, además del ramonismo (de Ramón Gómez de la
Serna), el Ultraísmo. Poetas como Domenchina, Rafael Lasso de la
Vega, por citar algunos nombres significativos, mantuvieron un
proceso de transformación y de transición que asumió formulaciones
artísticas prácticamente inéditas en España que, sin embargo, no
produjeron la ruptura definitiva con otras anteriores. Sí la
producirán los del 27 con recursos como:
-
Poemas visuales, por influencia del caligrama
-
Fragmentación reflejada en la sintaxis
-
Nominalismo
-
Descripciones abstractas.
-
Negación de linealidad discursiva
-
Simultaneidad de instantes
-
Vocabulario de la moderna cotidianidad tecnológica, mecanicista y lúdica, influencia del Futurismo italiano
-
Léxico plagado de alusiones geométricas (influencia del Cubismo)
-
Entramado de símiles
-
Imágenes y metáforas a menudo relacionadas analógicamente
-
Personificaciones o sinestesias.
De
esta etapa destacan dos obras de Gerardo Diego, Imagen
(1922), con poemas ultraístas y creacionistas. Manual
de espumas (1924),
con poemas creacionistas.
Influencia
de la poesía pura y de lo popular y lo culto. (1921-1928)
Poesía
pura.
El tercer gran adalid de los del grupo, junto a Ortega y Gómez de la
Serna, será Juan Ramón Jiménez, que influirá en algunos miembros
del 27 como Salinas, Guillén, Aleixandre, Cernuda o Dámaso Alonso.
De Juan Ramón tomará rasgos como:
-
Búsqueda de lo bello y de la pureza que evite cualquier sentimentalismo y privilegio de la idea, el concepto
-
Prioridad concedida, sin desdeñar el contenido, al significante → la esencia
-
Pocos adornos
-
Verso libre
No
obstante, lo que podríamos llamar intelectualismo de la poesía pura
también ha de ser puesto en relación con el intelectualismo o
racionalismo existente en la poesía vanguardista y la literatura
barroca.
Algunas
de las obras más importantes influidas por la poesía pura de Juan
Ramón Jiménez son Poemas
puros, poemillas de la ciudad
(1921), de Dámaso Alonso. Cántico
(1928), de Jorge Guillén, Ámbito
(1928), Aleixandre; Perfil
del aire
(1927), de Cernuda.
Por
otro lado, por estas fechas aparece, asimismo, la influencia de lo
popular, por influencia de Juan Ramón Jiménez también. Se tomarán
para esta poesía popular o popularista rasgos como:
-
Tradición popular: Romancero y Cancionero (el iniciador fue Juan Ramón Jiménez).
-
Aplicación mimética de formas populares.
-
Estribillo
-
Uso frecuente del paralelismo sintáctico y la anáfora.
Influencia
de lo popular encontramos en Libro
de poemas,
de Lorca (1921), Marinero
en tierra
(1925), Alberti; Canciones
(1927) y Romancero
gitano
(1928), de Lorca; Poema
del cante jondo
(1931 –se escribe del 21 al 24-)
Influencia
de Góngora y lo culto (1925-1929)
El
gusto por la poesía oscura de Góngora determina una admiración por
el poeta cordobés. La aportación más destacada es la metáfora.
Esa particularidad del Barroco debe comprenderse en cierta
coincidencia con la doctrina de la poesía pura, así como con las
formulaciones de creacionistas y ultraístas, hasta ser «el
procedimiento estilístico más adecuado a la ilimitada fantasía de
la poesía moderna». De él también tomas neologismos, hipérboles
y elipsis, replanteamiento de la sintaxis ya proclamado por la
vanguardia de corte futurista (importancia del hipérbaton), el uso
del soneto (no siempre) o la colocación del verbo principal muy al
final.
Sobresalen
las obras Versos
humanos
(1925), de Gerardo Diego; y Cal
y canto
(1929), de Alberti.
Influencia
del Surrealismo inicial (1925-1929)
Antes
de la consolidación de las grandes obras surrealistas, hay un
periodo en el que aparece la experimentación vanguardista. Los
encargados son dos poetas que entran en contacto con el Surrealismo
francés, como Prados, con Seis
estampas para un rompecabezas
(1925), y un poeta menor, José María Hinojosa, con La
rosa de los vientos
(1926). Aparecen ya en ellos algunas de las características que se
consolidarán más tarde, como lo son el irracionalismo, lo onírico
y la angustia existencial
Influencia
surrealista y rehumanización (1929-1936)
Después
de la etapa de experimentación vanguardista del Ultraísmo y la
etapa surrealista inicial, las imágenes gratuitas del ultraísmo y
el creacionismo se llenarán ahora de contenido. Los conflictos
personales y sociales afloran de nuevo en la literatura. Se habla
ahora de rehumanización. En 1930 el novelista José Díaz Fernández
ya había propuesto en El
nuevo romanticismo
el regreso a un arte humanizado: "Saludemos al nuevo
romanticismo del hombre y la máquina que harán un arte para la
vida, no una vida para el arte”.
Son
poemas escépticos, ya que el sueño y su confusa pesadilla
proporcionan una visión del mundo dominada por imágenes negativas,
a veces caóticas y absurdas. Se muestra especial interés por el
subconsciente, los sueños y por los aspectos del pensamiento humano
no sometidos a la lógica y a la razón. Consecuencia de todo esto
son la renovación estilística, dándose entrada a asociaciones
insólitas de palabras, sorprendentes metáforas, relaciones
inadvertidas entre las cosas y los seres.
Es
la etapa de las grandes obras surrealistas, de las que destacamos
Sobre
los ángeles
(1929), de Alberti; Los
placeres prohibidos
(1931) y Donde
habite el olvido
(1935), de Cernuda; Espadas
como labios
(1932), de Alexiandre; Poema del cante jondo (1931), Poeta
en Nueva York
(publicado en 1940, aunque escrito por estas fechas) y Sonetos
del amor oscuro
(1935), Llanto
por Ignacio Sánchez Mejía
(1935) de Lorca
Influencia
neorromántica (1936-1939) y poesía comprometida
Finalmente,
estallada la Guerra, hay que hablar de una etapa en la que se rechaza
la poesía pura, pues interesa el contenido, en la que se vuelve al
romanticismo y a su simpatía con la naturaleza y a las estrofas
clásicas. Es también la época de la poesía comprometida y
panfletaria. En 1936 se celebra el centenario del nacimiento de
Bécquer, y en octubre del año anterior Neruda funda la revista
Caballo
verde para la poesía, en
cuyo primer número aparecía el célebre "Manifiesto" en
defensa de la "poesía impura".
Las
más valiosas, las de la línea romántica, son de Salinas Razón
de amor
(1936) y Largo
lamento
(1939).
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