DADAÍSMO
Nació en el Café Voltaire en Zúrich en febrero de 1916. Es el más
nihilista de los movimientos vanguardias.
Su programa es, en realidad, un
antiprograma: la negación total del arte y del significado. Ello supone el caos
y la irracionalidad desenfrenada, pero también es producto “de una exigencia
moral, de una voluntad implacable” Tristan Tzara (1896-1963). Dada no significa nada, es solo un rótulo
simbólico para nombrar la protesta y rebeldía radicales. Después de esto, crear
es imposible.
Tzara se reunía en el Café
Voltaire con el poeta Hugo Ball, los pintores Marcel Janco, Hans Arp, para
celebrar lecturas poéticas corales, sesiones de canto y de jazz y espectáculos
que podían acabar en altercado con los parroquianos. A los seis meses de
actividad el local cerró pero el germen dadaísta se había extendido hacia Alemania.
En 1913 Marcel Duchamp había
colocado una rueda de bicicleta sobre un taburete y al objeto resultante lo
había llamado La rueda de bicicleta.
Más provocador resultó exhibir un urinario con el título de Fuente. A este tipo de objetos Duchamp
los llamó ready-mades.
Francis Picabia será constructor
de máquinas inútiles que denuncian la alienación que entraña el proceso
tecnológico.
En 1920 coinciden Picabia, Tzara,
Breton y Aragón en París. Allí se publica el “Buttetin Dada” y la revista “Littératura”
acentuando su carácter subversivo y convirtiéndola en plataforma del dadaísmo
francés. Desde la revista se promovían acciones que provocaran la irritación del
público.
Se arremetía contra cualquier
orden, la normalidad sexual o el cubismo. Creían en el humor, el afán de
desestabilizar, la provocación, el exhibicionismo, la irreverencia a los
tabúes, el gusto por el juego, el papel del azar en la vida humana, la
reivindicación dela irracionalidad.
En 1923 se celebró el último
festival dadaísta. La policía tuvo que intervenir para separar a los
participantes porque habían sustituido los improperios por los puños.
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