NOVELA REALISTA
Características del
estilo y lenguaje literario de la novela realista
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Naturalidad
y sencillez
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Les
sirve para «decir las cosas como son», pero también para expresar «por
primera vez muchas ideas, relaciones y aspectos de la vida que por mucho
tiempo no se creyeron materia novelable». Está relacionado, pues, con su
carácter de novela contemporánea.
«hace
hablar a sus personajes como aquellos de carne y hueso de que son reflejo
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Diferencia
entre el lenguaje bajo de estas novelas y el de otras épocas: ahora no es
burlesco
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El
lenguaje no es burlesco, es meramente el lenguaje que corresponde al carácter
y al status de un personaje que,
tal como es, accede a la representación artística. Un ejemplo es el de la
Sanguijuelera. Tiene que ver con la idea de la preocupación artística. Es
idea común a Galdós, Pereda o Clarín o Valera.
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El
lenguaje interior, el de monólogos y estilo indirecto libre, tampoco puede
ser fiel reflejo del real.
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Por
influencia de Flaubert y Zola, se busca el ritmo más o menos dislocado, que
es reflejo inteligible de «lo más indeciso del alma, lo más inefable a veces».
Pero Clarín sabe muy bien que el lenguaje que, en tal caso, el novelista hace
hablar a su personaje no es el verdadero lenguaje interior: «Pensamos
muchas veces y en muchas cosas sin hablar interiormente, y otras veces
habiéndonos con tales elipsis y con tal hipérbaton que traducido en palabras
exteriores este lenguaje sería ininteligible para los demás»
. Procede esta idea de Bergson
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Lenguaje
metafórico, no directo, en pasajes eróticos, salvo el caso del Naturalismo
radical de López Bago.
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La
cuestión del erotismo es mucho más delicada, pues, además de ser un tema
tabú, no hay realmente lenguaje adecuado para hablar del amor como se vive.
El lenguaje científico de que usa a veces López Bago es grotesco en una
novela y no hay lenguaje usual para dar cuenta de las hondas realidades
humanas del amor, aparte algunas palabras consideradas como indecorosas. Este
aspecto de la realidad humana tan presente en la novela de la época no puede
tener lenguaje directo. El novelista debe crear una expresión indirecta,
oblicua, metafórica, poética, en fin, de dicha realidad prohibida
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El
estilo con eufemismos
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Es,
es además de la búsqueda del mejor lenguaje aceptable en la época, un
artístico reflejo de las hondas aguas turbias de la naturaleza humana y del
más vital deseo
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Preferencia
por el estilo “modesto”, el de Balzac
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Es
el que huye de toda pretensión lírica, humorística o moralizadora, el «estilo
que no se subleva para tiranizar el arte»
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Verosimilitud.
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En
el mundo imaginado debe haber causas y consecuencias lógicas, no
casualidades, de acuerdo con lo que acontece en la realidad
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Objetividad
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la
imaginación del autor se adapta a los procedimientos de la vida, obedece a la
observación y experimento según sus datos
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Observación
y estudio. Importancia del Naturalismo francés
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El
novelista realista no se limita a observar, quiere comprender y es un deber
para él, aprovechar todos los conocimientos deparados por la ciencia moderna:
la psicología, la fisiología, la sociología, etc., para que la representación
de la realidad sea más completa y más profunda. La ciencia, pues, ayuda al
arte
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Controversia
sobre si se puede novelar sobre todas las realidades o no: el realismo sin
fronteras frente al idealismo estético, Galdós frente a Valera
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Sobre
este punto capital, porque lo que está en juego es nada menos que el sentido
mismo de la palabra realismo, se enfrentan dos concepciones: la de Valera y
Francisco Giner por un lado y la de Galdós, Clarín, Altamira, Picón y otros
muchos por el otro. El debate puede verse como la dramatización de la lucha
entre un idealismo estético, vestigio de la platónica jerarquía de los
niveles artísticos, según el cual hay elementos que no pueden entrar en el
campo del arte, y un realismo sin fronteras, para el que lo bello y lo feo
son categorías impropias del arte moderno que sólo quiere darse como criterio
el de la verdad. Para Valera, en 1860, como en 1886 y en 1897, hay dos
realismos, el «buen realismo», fecundado por el ideal y el «bajo realismo»,
siempre ramplón v vulgar.
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El
naturalismo alcanza por igual a todos los personajes
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La desheredada muestra que todas las clases
acceden a la representación con igual status
artístico; cada personaje, cualquiera que sea su clase, tiene derecho a ser
imagen fiel de lo que representa, con su cultura, su temperamento, su
lenguaje
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Aparición
de la subjetividad: el arte, superior a la ciencia
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Solo
el artista «apelando a esas facultades que en general se llaman intuitivas»
(y Clarín es quien lo dice, en el artículo en que defiende el naturalismo)
puede ir más allá de lo positivo. Este realismo que trasciende los límites de
lo conocido bien puede llamarse realismo poético. Para entender bien la
realidad hay que «sentirla, amarla y casi entrar en ella». Y aquí asoma la
subjetividad, la personalidad del artista
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Los
autores son conscientes de la limitada que es la pretendida impersonalidad
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Hasta
tal punto que la impersonalidad como precepto se limita para ellos a una
serie de principios, por demás casi superfluos para una conciencia realista,
como el empleo de un estilo humilde que «no tiranice el arte», la actuación
discreta de un narrador que no manifieste su presencia de manera intempestiva
o la exclusión de cualquier intervención lírica o discursiva del autor. El
autor no ha de recordar su presencia.
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La
novela realista no puede ser copia de la realidad
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Ideas
de críticos recientes, que hablan de ingenuidad en los autores por su
pretensión de realismo, con expresiones como estas: «la novela no es un
traslado de la realidad» o «la novela no imita la realidad sino que la crea»,
deben ser rechazadas, ya que los novelistas eran plenamente conscientes de
ello. Todos proclaman, al contrario, que el realismo presupone la
personalidad del novelista o que «la originalidad consiste en la expresión
personal del mundo que nos rodea»
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El
determinismo social
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el
personaje no es solo un carácter con sus pensamientos y voliciones: «El
hombre no es solo su cabeza y para estudiar a un ser vivo, social y seguir
sus pasos [...] es preciso verle en la realidad, moviéndose en el natural
ambiente» (Clarín)
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Influencia
del naturalismo desde 1880
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Después
de 1880, nadie defiende la novela de tesis y es una superación que se debe,
en gran parte, a la influencia del naturalismo
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Fingir frente a representar
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Si
a Valera le basta que «lo fingido, ideal y artificioso parezca natural sin
serlo», para Clarín no se trata de fingir, sino de representar y el artista
realista moralmente comprometido con la realidad sabe cuál es su papel y
cuáles sus límites frente a la materia novelable.
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Galdós
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Pone objeciones a la idea mantenida en la época
de hacer hablar a los personajes como se expresan en la vida corriente. Alaba a
Pereda por haber sabido, en El sabor de
la tierruca, introducir el lenguaje popular en el lenguaje literario
«fundiéndolo con arte y conciliando formas que nuestros retóricos más eminentes
consideraban incompatibles». Es decir que si es necesario que el personaje
hable en un estilo que le es propio, según su clase, su educación, su
temperamento, este lenguaje no debe ser indecoroso
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La poética de Nazarí o Misericordia que
Galdós escribe cuando, desconfiando de su capacidad para comprender el mundo
social del fin de siglo, según confiesa en el discurso de recepción en la
Academia, se orienta hacia lo esencial humano se parece mucho a la concepción
de Valera. Esto para decir, una vez más, que la concepción de la novela está en
constante evolución, aunque en este caso la evolución sea una regresión
respecto al punto culminante que alcanza la estética realista durante la década
de los ochenta cuando, pese a todos los pesimismos históricos, el yo creador
cree poder establecer una relación armónica con la realidad externa, pues como
afirma Altamira, el realismo es «la reconciliación del hombre con la existencia
de aquí abajo . Frente a la concepción fija de Valera, el realismo moderno se
caracteriza por un dinamismo entusiasta que en pocos años consigue imponer como
objeto del arte la realidad social y humana en toda su extensión y en todas sus
potencialidades.
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El proyecto literario de Galdós, formulado ya
desde 1870, es representar a la clase media (despreciada por Valera) y «la más
olvidada por nuestros novelistas», pues «ella es hoy la base del orden social».
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Además de este motivo histórico y «aparte de los
elementos artísticos que necesariamente ofrece lo inmutable del corazón humano»
esa clase media «ofrece grandes condiciones de originalidad, de colorido, de
forma» por ser «el alma de la política y el comercio, elementos de progreso»
Valera
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No puede reproducirse el lenguaje realmente
natural, que, según Valera, «sería inaguantable», sin la conveniente depuración
«para buscar y hallar la verdad estética que no es lo mismo que la verdad real
y grosera»
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Para Valera, en 1860 como en 1886 y en 1897, hay
dos realismos, el «buen realismo», fecundado por el ideal, y el «bajo
realismo», siempre ramplón v vulgar. La novela no puede ser solo representación
de la realidad, debe alzar esta realidad a un nivel más ideal. Por ejemplo,
dice en 1860 que lo grisáceo y sin relieve de la clase media no permite
alcanzar el nivel poético, a no ser como telón de fondo sobre el cual descuelle
un héroe libre y superior al medio, héroe que dé autonomía a la novela. En
1887, a propósito de las descripciones «ultra concienzudas» de Zola en
Germinal, escribe que «no son para reír ni para producir belleza», ya que «lo
feo, no sublime, no debe hacer gracia ni dar gusto en serio» . Hay temas y
personajes solo dignos de lo cómico.
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Valera no quiere o no puede superar la jerarquía
de los niveles estilísticos: la realidad cotidiana no puede ser objeto de
representación sino bajo la forma de lo cómico o de lo grotesco '. Y nuestro
autor recuerda él mismo, como criterio de referencia, que en las literaturas
antiguas: «Para lo serio se tomaba lo
bello o lo sublime aunque fuese feo; pero lo feo no sublime, sino vulgar, se
quedaba para lo cómico».
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Después de las conquistas estéticas de Stendhal,
Balzac, Flaubert y ante las de Zola, Galdós y Clarín, Valera (que, en 1860,
prefiere a Sand) puede aparecer como un rezagado que se aferra a concepciones
clásicas a las que la vida moderna ha quitado vigencia, en realidad si se
resiste tanto es que desconfía de la realidad que no sea la del hombre en sí y
cree en la superioridad del espíritu sobre todas las cosas.
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Cuando el ideal no está en el mundo
representado, dice, hay que buscarlo dentro del alma; entonces, al desentrañar
bellezas de lo íntimo del alma de los personajes, el novelista transforma «la
ficción vulgar y prosaica en poética y nueva».
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