domingo, 25 de noviembre de 2018

NOVELA REALISTA




NOVELA REALISTA
Características del estilo y lenguaje literario de la novela realista


Naturalidad y sencillez
Les sirve para «decir las cosas como son», pero también para expresar «por primera vez muchas ideas, relaciones y aspectos de la vida que por mucho tiempo no se creyeron materia novelable». Está relacionado, pues, con su carácter de novela contemporánea.
«hace hablar a sus personajes como aquellos de carne y hueso de que son reflejo
Diferencia entre el lenguaje bajo de estas novelas y el de otras épocas: ahora no es burlesco
El lenguaje no es burlesco, es meramente el lenguaje que corresponde al carácter y al status de un personaje que, tal como es, accede a la representación artística. Un ejemplo es el de la Sanguijuelera. Tiene que ver con la idea de la preocupación artística. Es idea común a Galdós, Pereda o Clarín o Valera.
El lenguaje interior, el de monólogos y estilo indirecto libre, tampoco puede ser fiel reflejo del real.
Por influencia de Flaubert y Zola, se busca el ritmo más o menos dislocado, que es reflejo inteligible de «lo más indeciso del alma, lo más inefable a veces». Pero Clarín sabe muy bien que el lenguaje que, en tal caso, el novelista hace hablar a su personaje no es el verdadero lenguaje interior: «Pensamos muchas veces y en muchas cosas sin hablar interiormente, y otras veces habiéndonos con tales elipsis y con tal hipérbaton que traducido en palabras exteriores este lenguaje sería ininteligible para los demás» . Procede esta idea de Bergson
Lenguaje metafórico, no directo, en pasajes eróticos, salvo el caso del Naturalismo radical de López Bago.
La cuestión del erotismo es mucho más delicada, pues, además de ser un tema tabú, no hay realmente lenguaje adecuado para hablar del amor como se vive. El lenguaje científico de que usa a veces López Bago es grotesco en una novela y no hay lenguaje usual para dar cuenta de las hondas realidades humanas del amor, aparte algunas palabras consideradas como indecorosas. Este aspecto de la realidad humana tan presente en la novela de la época no puede tener lenguaje directo. El novelista debe crear una expresión indirecta, oblicua, metafórica, poética, en fin, de dicha realidad prohibida
El estilo con eufemismos
Es, es además de la búsqueda del mejor lenguaje aceptable en la época, un artístico reflejo de las hondas aguas turbias de la naturaleza humana y del más vital deseo
Preferencia por el estilo “modesto”, el de Balzac
Es el que huye de toda pretensión lírica, humorística o moralizadora, el «estilo que no se subleva para tiranizar el arte»
Verosimilitud.
En el mundo imaginado debe haber causas y consecuencias lógicas, no casualidades, de acuerdo con lo que acontece en la realidad
Objetividad
la imaginación del autor se adapta a los procedimientos de la vida, obedece a la observación y experimento según sus datos
Observación y estudio. Importancia del Naturalismo francés
El novelista realista no se limita a observar, quiere comprender y es un deber para él, aprovechar todos los conocimientos deparados por la ciencia moderna: la psicología, la fisiología, la sociología, etc., para que la representación de la realidad sea más completa y más profunda. La ciencia, pues, ayuda al arte
Controversia sobre si se puede novelar sobre todas las realidades o no: el realismo sin fronteras frente al idealismo estético, Galdós frente a Valera
Sobre este punto capital, porque lo que está en juego es nada menos que el sentido mismo de la palabra realismo, se enfrentan dos concepciones: la de Valera y Francisco Giner por un lado y la de Galdós, Clarín, Altamira, Picón y otros muchos por el otro. El debate puede verse como la dramatización de la lucha entre un idealismo estético, vestigio de la platónica jerarquía de los niveles artísticos, según el cual hay elementos que no pueden entrar en el campo del arte, y un realismo sin fronteras, para el que lo bello y lo feo son categorías impropias del arte moderno que sólo quiere darse como criterio el de la verdad. Para Valera, en 1860, como en 1886 y en 1897, hay dos realismos, el «buen realismo», fecundado por el ideal y el «bajo realismo», siempre ramplón v vulgar.
El naturalismo alcanza por igual a todos los personajes
La desheredada muestra que todas las clases acceden a la representación con igual status artístico; cada personaje, cualquiera que sea su clase, tiene derecho a ser imagen fiel de lo que representa, con su cultura, su temperamento, su lenguaje
Aparición de la subjetividad: el arte, superior a la ciencia
Solo el artista «apelando a esas facultades que en general se llaman intuitivas» (y Clarín es quien lo dice, en el artículo en que defiende el naturalismo) puede ir más allá de lo positivo. Este realismo que trasciende los límites de lo conocido bien puede llamarse realismo poético. Para entender bien la realidad hay que «sentirla, amarla y casi entrar en ella». Y aquí asoma la subjetividad, la personalidad del artista
Los autores son conscientes de la limitada que es la pretendida impersonalidad
Hasta tal punto que la impersonalidad como precepto se limita para ellos a una serie de principios, por demás casi superfluos para una conciencia realista, como el empleo de un estilo humilde que «no tiranice el arte», la actuación discreta de un narrador que no manifieste su presencia de manera intempestiva o la exclusión de cualquier intervención lírica o discursiva del autor. El autor no ha de recordar su presencia.
La novela realista no puede ser copia de la realidad
Ideas de críticos recientes, que hablan de ingenuidad en los autores por su pretensión de realismo, con expresiones como estas: «la novela no es un traslado de la realidad» o «la novela no imita la realidad sino que la crea», deben ser rechazadas, ya que los novelistas eran plenamente conscientes de ello. Todos proclaman, al contrario, que el realismo presupone la personalidad del novelista o que «la originalidad consiste en la expresión personal del mundo que nos rodea»
El determinismo social
el personaje no es solo un carácter con sus pensamientos y voliciones: «El hombre no es solo su cabeza y para estudiar a un ser vivo, social y seguir sus pasos [...] es preciso verle en la realidad, moviéndose en el natural ambiente» (Clarín)
Influencia del naturalismo desde 1880
Después de 1880, nadie defiende la novela de tesis y es una superación que se debe, en gran parte, a la influencia del naturalismo
Fingir frente a representar
Si a Valera le basta que «lo fingido, ideal y artificioso parezca natural sin serlo», para Clarín no se trata de fingir, sino de representar y el artista realista moralmente comprometido con la realidad sabe cuál es su papel y cuáles sus límites frente a la materia novelable.


Galdós
-          Pone objeciones a la idea mantenida en la época de hacer hablar a los personajes como se expresan en la vida corriente. Alaba a Pereda por haber sabido, en El sabor de la tierruca, introducir el lenguaje popular en el lenguaje literario «fundiéndolo con arte y conciliando formas que nuestros retóricos más eminentes consideraban incompatibles». Es decir que si es necesario que el personaje hable en un estilo que le es propio, según su clase, su educación, su temperamento, este lenguaje no debe ser indecoroso
-          La poética de Nazarí o Misericordia que Galdós escribe cuando, desconfiando de su capacidad para comprender el mundo social del fin de siglo, según confiesa en el discurso de recepción en la Academia, se orienta hacia lo esencial humano se parece mucho a la concepción de Valera. Esto para decir, una vez más, que la concepción de la novela está en constante evolución, aunque en este caso la evolución sea una regresión respecto al punto culminante que alcanza la estética realista durante la década de los ochenta cuando, pese a todos los pesimismos históricos, el yo creador cree poder establecer una relación armónica con la realidad externa, pues como afirma Altamira, el realismo es «la reconciliación del hombre con la existencia de aquí abajo . Frente a la concepción fija de Valera, el realismo moderno se caracteriza por un dinamismo entusiasta que en pocos años consigue imponer como objeto del arte la realidad social y humana en toda su extensión y en todas sus potencialidades.
-          El proyecto literario de Galdós, formulado ya desde 1870, es representar a la clase media (despreciada por Valera) y «la más olvidada por nuestros novelistas», pues «ella es hoy la base del orden social».
-          Además de este motivo histórico y «aparte de los elementos artísticos que necesariamente ofrece lo inmutable del corazón humano» esa clase media «ofrece grandes condiciones de originalidad, de colorido, de forma» por ser «el alma de la política y el comercio, elementos de progreso»
Valera
-          No puede reproducirse el lenguaje realmente natural, que, según Valera, «sería inaguantable», sin la conveniente depuración «para buscar y hallar la verdad estética que no es lo mismo que la verdad real y grosera»
-          Para Valera, en 1860 como en 1886 y en 1897, hay dos realismos, el «buen realismo», fecundado por el ideal, y el «bajo realismo», siempre ramplón v vulgar. La novela no puede ser solo representación de la realidad, debe alzar esta realidad a un nivel más ideal. Por ejemplo, dice en 1860 que lo grisáceo y sin relieve de la clase media no permite alcanzar el nivel poético, a no ser como telón de fondo sobre el cual descuelle un héroe libre y superior al medio, héroe que dé autonomía a la novela. En 1887, a propósito de las descripciones «ultra concienzudas» de Zola en Germinal, escribe que «no son para reír ni para producir belleza», ya que «lo feo, no sublime, no debe hacer gracia ni dar gusto en serio» . Hay temas y personajes solo dignos de lo cómico.
-          Valera no quiere o no puede superar la jerarquía de los niveles estilísticos: la realidad cotidiana no puede ser objeto de representación sino bajo la forma de lo cómico o de lo grotesco '. Y nuestro autor recuerda él mismo, como criterio de referencia, que en las literaturas antiguas:  «Para lo serio se tomaba lo bello o lo sublime aunque fuese feo; pero lo feo no sublime, sino vulgar, se quedaba para lo cómico».
-          Después de las conquistas estéticas de Stendhal, Balzac, Flaubert y ante las de Zola, Galdós y Clarín, Valera (que, en 1860, prefiere a Sand) puede aparecer como un rezagado que se aferra a concepciones clásicas a las que la vida moderna ha quitado vigencia, en realidad si se resiste tanto es que desconfía de la realidad que no sea la del hombre en sí y cree en la superioridad del espíritu sobre todas las cosas.
-          Cuando el ideal no está en el mundo representado, dice, hay que buscarlo dentro del alma; entonces, al desentrañar bellezas de lo íntimo del alma de los personajes, el novelista transforma «la ficción vulgar y prosaica en poética y nueva».


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