La poesía desde el Modernismo a las vanguardias
Hasta los años
veinte, podemos distinguir tres etapas en la poesía española: Modernismo
- Noventayochismo, Novecentismo y vanguardias.
El Modernismo transcurre
aproximadamente entre 1880 y 1914. Es un movimiento general que afecta a
todas las artes. En la literatura podemos hablar de dos tendencias, una
llamada propiamente modernista, caracterizada por el culto a la belleza
y el deseo de evasión, y otra llamada noventayochista, que se da en
aquellos escritores preocupados por el tema de España y por los temas
existenciales y que utilizan un lenguaje más sobrio y sencillo.
En el terreno
de la lírica, podemos decir que la tendencia modernista recibe la
influencia de tres movimientos franceses de finales del XIX: el
Parnasianismo, el Simbolismo y el Decadentismo.
El
Parnasianismo se desarrolla en París entre los años 60 y 70 del siglo
XIX, y su lema es "el arte por el arte". Busca siempre la belleza. Surge
por un cansancio ante el Romanticismo, cuyo lema era "el arte por el
yo". En el poema parnasiano no aparece el yo, sino la realidad exterior
(temas históricos, mitológicos, exóticos, obras de arte como centro del
poema...), y se busca ante todo la perfección formal (poemas
"perfectos", con rimas difíciles, sin encabalgamientos). Un autor
destacado del Parnasianismo francés es Theophile Gautier.
El Simbolismo
(París, 70-80 del XIX) reacciona contra el Parnasianismo (el poeta
simbolista sí nos presenta su "yo" en el poema) y también contra el
Romanticismo (en lugar de presentar directamente su intimidad, el poeta
simbolista lo hace a través de símbolos). El Simbolismo es el arte de la
sugerencia. Va más allá del mundo sensible, intentando descubrir los
profundos significados que esconde la realidad. No busca la perfección
formal (de ahí que abunden las asonancias, los encabalgamientos, la
sintaxis entrecortada, los puntos suspensivos...). Se busca así una
musicalidad interior, muy diferente del ritmo marcado de los poemas
parnasianos. Como poetas simbolistas franceses podemos citar a
Baudelaire (que fue también un poeta parnasiano), a Verlaine y a
Rimbaud.
El Decadentismo
(París, años 80 aproximadamente) rompe la identificación tradicional
entre Bien, Belleza y Verdad, dando prioridad a la Belleza (que a veces
se identifica con el mal). No se trata de una doctrina poética
concreta, sino que hay poemas parnasianos decadentes y poemas
simbolistas decadentes.
Además de por
estos tres movimientos franceses, la poesía modernista está también
influida por el Romanticismo (sobre todo por Bécquer, autor
posromántico), lo que se manifiesta en la búsqueda de la libertad, el
individualismo y la importancia del sentimiento.
En cuanto a los temas de
la poesía modernista, podemos destacar el cosmopolitismo, la evasión en
el tiempo y en el espacio (gusto por lo lejano y exótico), el erotismo,
la soledad y el paso del tiempo (fugacidad de la vida e irremediable
llegada de la muerte).
Los modernistas
llevarán a cabo una importante renovación formal en todos los niveles.
En el nivel fónico destaca la renovación en la métrica (sonetos en
alejandrinos o en dodecasílabos, uso del eneasílabo, importancia de la
musicalidad, que se consigue mediante la selección de acentos, sonidos y
rimas...), la abundancia de aliteraciones y onomatopeyas, el gusto por
las esdrújulas... En el nivel morfosintáctico hay que citar la abundante
adjetivación, así como el uso de anáforas y paralelismos. Por último,
en el nivel semántico encontramos la presencia de lo sensorial (colores,
aromas, sabores, sonidos), el exotismo (en la flora, en la fauna, en
los instrumentos musicales...) y la presencia de personajes mitológicos
(faunos, sátiros, centauros...).
Los principales poetas modernistas son Rubén Darío, poeta nicaragüense cuya influencia fue decisiva en la lírica española (Azul, Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza), Eduardo Marquina, Villaespesa y Manuel Machado.
En cuanto a la
poesía noventayochista, podemos citar a Unamuno (más preocupado por el
contenido que por la forma) y a Antonio Machado, siendo este último el
más importante. La poesía del Grupo del 98 se verá muy influida por las
circunstancias históricas y sociales del momento, de ahí la importancia
del tema de España (y del paisaje, sobre todo el castellano). Esta
poesía será más sencilla y sobria, y se ocupará también de los temas
existenciales.
La primera obra poética de Machado (Sevilla, 1875 - Collioure,1939), Soledades, galerías, otros poemas
(1907), se puede considerar simbolista, con gran influencia de
Verlaine. En esta obra aparecen símbolos como la tarde (melancolía,
tristeza, soledad), el agua (símbolo de la vida cuando brota, del paso
del tiempo cuando corre, y de la muerte cuando está quieta), el sueño
(vida interior: recuerdos, pensamientos...), las galerías (vida
interior), el camino (vida) o el parque (soledad, tristeza). El paisaje
que aparece en este libro es un paisaje emocional y subjetivo. Este
libro está marcado por el intimismo y el subjetivismo, y sus temas
fundamentales son el amor (más deseado que vivido), el sueño, el tiempo,
Dios y la muerte.
La segunda obra de Machado (Campos de Castilla,
primera edición en 1912; segunda edición en 1917) supone la evolución
hacia un mayor objetivismo y realismo (lo que se ha llamado el paso "del
yo al nosotros"). Es una poesía plenamente noventayochista por los
temas y por la forma, aunque siguen apareciendo símbolos (la tarde, el
camino, el agua...). Esta libro es muy heterogéneo: contiene poemas
sobre el paisaje castellano (Soria), en los que predominan el
impresionismo y el subjetivismo; poemas sobre el tema de España (expresa
su fe en otra España, rechazando la del momento); poemas a la esposa
muerta, Leonor (a partir de la edición de 1917); poemas sobre el paisaje
andaluz (también en la segunda edición), con el que Machado no se
identifica, y poemas de carácter filosófico (la serie "Proverbios y cantares"), caracterizados por la brevedad, la ironía y el uso de la métrica popular (copla, soleá, romance, pareado).
Su siguiente obra, menos importante, será Nuevas canciones (1924), en la que vuelve a aparecer el paisaje andaluz, así como el tema filosófico en los "Nuevos proverbios y cantares". A partir de 1928 publica sucesivas ediciones de sus Poesías completas, en las que incluye las "Canciones a Guiomar", dedicadas a su nuevo y tardío amor, y las Poesías de guerra (temas: defensa de Madrid, Guiomar, recuerdo de Federico García Lorca, tras ser asesinado).
Dentro del Novecentismo (búsqueda de la perfección formal; arte puro, intelectual, dirigido a las minorías) el poeta más destacado es Juan Ramón Jiménez
(1881-1958), quien concibe la poesía como una búsqueda permanente de la
belleza y la perfección. Él mismo distingue tres etapas en su obra:
- Época sensitiva
(hasta 1915), que podemos dividir e dos etapas, una etapa posromántica,
en la que destacan la influencia de Bécquer y del simbolismo, la
importancia del paisaje y el uso de metros sencillos, con predilección
por el romance (obras: Arias tristes, Baladas de primavera, Jardines lejanos...), y
una etapa modernista, con influencia parnasiana (sensualidad, colorido,
musicalidad, adjetivación abundante, metros más complicados y amplios).
Entre las obras modernistas de Juan Ramón destacan La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, Melancolía...
- Época intelectual
(1916-1936), caracterizada por una poesía desnuda de ornamento
innecesario, de rima, ceñida al concepto. Hay en esta poesía una
intelectualización del sentimiento, un deseo de captar "el nombre exacto
de las cosas", la palabra exacta. Los poemas son cada vez más
conceptuales y difíciles. Utiliza el verso libre y la prosa poética.
Destacan Diario de un poeta recién casado, Eternidades, Piedra y cielo, y La estación total (1923-1936), obra
en la que va apareciendo un simbolismo místico (unión del poeta con la
naturaleza, que para él tiene un carácter divino). Esta etapa es la que
se puede considerar como novecentista, pues en la siguiente el poeta
evoluciona de forma personal y su lírica no se puede encasillar en
ningún movimiento.
- Época suficiente o verdadera (hasta
su muerte), en la que el tema principal es la vida poética, en una
especie de éxtasis místico panteísta. El poeta se siente dios, en cuanto
creador del mundo a través de la palabra. Se identifica con la
naturaleza y con la belleza, que tendrán un carácter divino. El lenguaje
estará lleno de símbolos, y el verso se alarga hasta alcanzar la
fluidez de la prosa. Destacan En el otro costado y Dios deseado y deseante.
Entre las dos
guerras mundiales, se desarrollan en Europa una serie de movimientos
artísticos que se replantean el arte, los llamados "ismos" o movimientos de vanguardia.
En general, representan actitudes iconoclastas contra la cultura,
atacan la literatura burguesa y las normas y proclaman la autonomía del
arte (destinado a la minoría) y el culto a la creación artística y
literaria. Entre los movimientos de vanguardia podemos citar el
futurismo, el cubismo, el creacionismo, el ultraísmo, el dadaísmo, el
expresionismo y el surrealismo.
El futurismo,
iniciado por el italiano Marinetti, pretende cantar el progreso, la
modernidad, e invita a no reverenciar el pasado. En España no llegó a
surgir un auténtico futurismo, pero sí se manifestó su influencia en el
afán innovador, en ciertas actitudes provocadoras y en la presencia de
motivos característicos de la vida urbana (ascensores, teléfonos,
automóviles...).
El ultraísmo es
la versión española de las vanguardias europeas. Afectó exclusivamente
al ámbito de la poesía. Por encima de todo, pretende renovar, y acoge
elementos creacionistas (la metáfora debe crear la realidad),
futuristas, dadaístas... Tuvo una vida corta y apenas dejó obras de
valor, pero sin él no se puede explicar la poesía posterior: culto a la
metáfora, tendencia a la desrealización, concepto lúdico del arte...
Dentro de este ismo destaca Guillermo de Torre.
El surrealismo
(que comienza en Francia, con André Bréton) es el movimiento de
vanguardia más importante a nivel mundial, tanto por su influencia como
por su duración. También es el más importante en España. Pretende ser
una revolución integral. Parte de la oposición al realismo y a la razón,
que desembocan en una pérdida de la imaginación y de la libertad.
Recibe la influencia de las teorías de Freud sobre el subconsciente y el
sueño, y propugna la escritura automática como técnica (aunque,
paradójicamente, el hecho de escribir sea un hecho consciente). En
España el surrealismo tiene una gran influencia (sobre todo entre 1929 y
1936). No se acepta el principio de la escritura automática; se
utilizan imágenes arbitrarias, pero cuidando la coherencia connotativa
del poema. Entre los autores más influidos por el surrealismo hemos de
destacar a Rafael Alberti (Sobre los ángeles), Vicente Aleixandre (Pasión de la tierra, Espadas como labios, La destrucción o el amor...), Luis Cernuda (Los placeres prohibidos) o Federico García Lorca (Poeta en Nueva York).
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