jueves, 8 de julio de 2021

POESÍA ARRAIGADA . LUIS ROSALES Y LEOPOLDO PANERO

 

POESÍA ARRAIGADA

LUIS ROSALES

Como si tú ya fueras

la palabra precisa

me bastaba callar para escucharte,

me bastaba callar, me bastaría

juntar las manos para estar contigo,

juntar las manos y encontrar la vida;

y sentir al mirarte la primera

revelación del mundo, su primicia

que me sigue llenando hasta los bordes

de corazonería,

porque has llegado a ser

    menesterosamente

                                  total y convencida,

palabra al fin,

                       palabra

diciéndose a sí misma.

 

Rimas (1951)

SIEMPRE MAÑANA Y NUNCA MAÑANAMOS

 

Al día siguiente,

-hoy-

al llegar a mi casa –Altamirano, 34- era de  noche,

y ¿quién te cuida?, dime; no llovía;

el cielo estaba limpio;

- Buenas noches, don Luis –dice el sereno,

y al mirar hacia arriba,

vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,

las ventanas,

-sí, todas las ventanas-.

Gracias, Señor, la casa está encendida.

 

La casa encendida (1949)

Se te ha olvidado andar y hay que aprenderlo

de nuevo.

                Ven. Comienza,

ve juntando este sol,

                          ¡alguna tarde

tenemos que nacer!

                        Amarillean

las nubes en el cielo y no me escuchas;

vas a mi lado y tiemblas;

el pie va tras del pie como la ola

va detrás de la ola.

                 Estás inquieta.

Se te ha olvidado hablar, se te ha caído

la voz y no la encuentras,

la buscaré contigo y las palabras

vendrán:
       Vamos a hacer la primavera,

vamos a hacer el mar poquito a poco,

la luz, la paz, la guerra,

como si se hubiesen desprendido

ya una vez de tu voz y en ti nacieran.

¡Vamos a hacerlo todo

de nuevo! hasta que puedas

reunir en tu corazón 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LEOPOLDO PANERO

CASI ROTO DE TI

 

Como rotos de Ti tengo mis huesos.

Tengo mi corazón como en baldío

de Ti; y estoy de Ti como sombrío

en la luz de mis bosques más espesos.

Mis altas horas arden, y mis besos

arden, queman de Ti: queman de frío,

de ausencia, como caen desde el vacío

las estrellas, la noche tras los tesos.

¡Oh tesos que se alhajan con mi pena!

Como rota de Ti, mi pesadumbre

Siento en el corazón y entre las manos.

Como rota, Señor, mi sangre suena

en soledad de Ti, de Ti en costumbre:

llenos de Ti mis huesos, pero humanos.

 

Escrito a cada instante (1949)

HIJO MÍO

 

Desde mi vieja orilla, desde la fe que siento,

hacia la luz primera que torna el alma pura,

voy contigo, hijo mío, por el camino lento

de este amor que me crece como mansa locura.

Voy contigo, hijo mío, frenesí soñoliento

de mi carne, palabra de mi callada hondura,

música que alguien pulsa no sé dónde , en el viento,

no sé dónde, lujo mío, desde mi orilla oscura.

Voy, me llevas, se torna crédula mi mirada,

me empujas levemente (ya casi siento el frío);

me invitas a la sombra que se hunde a mi pisada,

me arrastras de la mano… Y en tu ignorancia fío,

y a tu amor me abandono sin que me quede nada,

terriblemente solo, no sé dónde, hijo mío.

 

Escrito a cada instante (1949)

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario