miércoles, 27 de junio de 2018

Textos realistas


TEXTO 1 (Costumbrismo)
       -¡Adelante, adelante! -gritó la tía María al ver llegar a su huésped y al pastor-; ¿qué hacen ustedes ahí fuera, con un temporal como este, que parece se quiere tragar el mundo? Don Federico, aquí, aquí; junto al fuego, que está convidando. Sepa usted que la enferma ha cenado como una princesa y ahora está durmiendo como una reina. Va como la espuma su cura, ¿no es verdad, don Federico?
       -Su mejoría sobrepuja mis esperanzas.
       -Mis caldos -opinó con orgullo la tía María
       -Y la leche de burra -añadió por lo bajo fray Gabriel.
       -No hay duda -repuso Stein-, y debe seguir tomándola.
       -No me opongo -dijo- la tía María-, porque la tal leche de burra es como el redaño; si no hace bien, no hace daño.
       -¡Ah!, ¡qué bien se está aquí! -dijo Stein acariciando a los niños-; ¡si se pudiese vivir pensando sólo en el día de hoy, sin acordarse del de mañana!...
       -Sí, sí, don Federico -exclamó alegremente Manuel-, «media vida es la candela; pan y vino, la otra media».
       -¿Y qué necesidad tiene usted de pensar en ese mañana? -repuso la tía María-. ¿Es regular que el día de mañana nos amargue el de hoy? De lo que tenemos que cuidar es del hoy, para que no nos amargue el de mañana.
       -El hombre es un viajero -dijo Stein- y tiene que mirar al camino.
       -Cierto -dijo la tía María- que el hombre es un viajero; pero si llega a un lugar donde se encuentra bien, debe decir como Elías o como San Pedro, que no estoy cierta: «bien estamos aquí: armemos las tiendas».
       -Si va usted a echarnos a perder la noche -dijo Dolores- con hablar de viaje, creeremos que le hemos ofendido o que no está aquí a gusto.


1.      ¿Por qué no se puede decir que este texto es romántico?
  1. Señala dos comparaciones en el texto.
  2. Relaciona este texto con el Costumbrismo, atendiendo a rasgos que tengan que ver con la tradición.
  3. ¿Te parece que este texto deja entrever una ideología conservadora? Justifica tu respuesta y, caso afirmativo, señala exactamente dónde se demuestra esto.
  4. Hay rasgos del lenguaje que son un precedente del lenguaje del Realismo. Señala cuáles. 



TEXTO 2

-          ¿Y qué le parece al señor don José nuestra querida ciudad de Orbajosa? –preguntó el canónigo, cerrando fuertemente el ojo izquierdo, según su costumbre mientras fumaba.
-          Todavía no he podido formar idea de este pueblo –dijo Pepe-. Por lo poco que he visto, me parece que no le vendrían mal a Orbajosa media docena de grandes capitales dispuestos a emplearse aquí, un par de cabezas inteligentes que dirigieran la renovación de este país, y algunos miles de manos activas. Desde la entrada del pueblo hasta la puerta de esta casa he visto más de cien mendigos. La mayor parte son hombres sanos y aun robustos. Es un ejército lastimoso, cuya vista oprime el corazón.
-          Para eso está la caridad –afirmo don Inocencio-. Por lo demás, Orbajosa no es un pueblo miserable. Ya sabe usted que aquí se producen los primeros ajos de toda España. Pasan de veinte las familias ricas que viven entre nosotros.
-          Verdad es –indicó doña Perfecta- que los últimos años han sido detestables a causa de la seca; pero aun así las paneras no están vacías, y se han llevado últimamente al mercado muchos miles de ristras de ajos.
-          En tantos años que llevo de residencia en Orbajosa –dijo el clérigo, frunciendo el ceño- he visto llegar aquí innumerables personajes de la Corte, traídos unos por la gresca electoral, otros por visitar algún abandonado terruño, o ver las antigüedades de la catedral, y todos entran hablándonos de arados ingleses, de trilladoras mecánicas, de saltos de agua, de bancos y qué sé yo cuantas majaderías. El estribillo es que esto es muy malo y que podía ser mejor. Váyanse con mil demonios, que aquí estamos muy bien sin que los señores de la Corte nos visiten, mucho mejor sin oír ese continuo clamoreo de nuestra pobreza y de las grandezas y maravillas de otras partes. Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, ¿no es verdad señor don José? Por supuesto, no se crea ni remotamente que lo digo por usted. De ninguna manera. Pues no faltaba más. Ya sé que tenemos delante a uno de los jóvenes más eminentes de la España moderna, a un hombre que sería capaz de transformar en riquísimas comarcas nuestras áridas estepas … Ni me incomodo porque usted me cante la vieja canción de los arados ingleses y la arboricultura y la selvicultura … Nada de eso; a hombres de tanto, de tantísimo talento, se les puede dispensar el desprecio que muestran hacia nuestra humildad. Nada, amigo mío, nada, señor don José, está usted autorizado para todo, incluso para decirnos que somos poco menos que cafres.
      Esa filípica, terminada con marcado tono de ironía y harto impertinente toda ella, no agradó al joven; pero se abstuvo de manifestar el más ligero disgusto, y siguió la conversación, procurando en lo posible huir de los puntos en que el susceptible patriotismo del señor canónigo hallase fácil motivo de discordia. 

6.      ¿En dónde se ubica la acción?
7.       Señala alguna expresión que sea de carácter popular.
8.       ¿Por qué habla Pepe de renovación para Orbajosa?
9.       ¿Crees que trata con desprecio Pepe a los mendigos o es bien distinto su punto de vista sobre ellos? Justifica tu respuesta.
10.    Compara la opinión de Pepe y don Inocencio sobre el progreso.
11.    ¿Por qué crees que cuando el clérigo pregunta por su “ciudad” Pepe le responde hablándole de “pueblo”?
12.    Señala cuál es el personaje representante del liberalismo y cuál el de la ideología conservadora. Justifica tu respuesta.
13.    ¿Con quién crees que se identifica el autor del texto? ¿A qué ideología se adscribe? Justifica tu respuesta.   




TEXTO 3
Cap. VI, p. 105
 
       Pero no es culpa nuestra que la ciencia esté derribando a martillazos un día y otro tanto ídolo vano, la superstición, el sofisma, las mil mentiras de lo pasado, bellas las unas, ridículas las otras, pues de todo hay en la viña del Señor. El mundo de las ilusiones, que es como si dijéramos un segundo mundo, se viene abajo con estrépito. El misticismo en religión, la rutina en la ciencia, el amaneramiento en las artes, caen como cayeron los dioses paganos, entre burlas. Adiós, sueños torpes, el género humano despierta y sus ojos ven la claridad. El sentimentalismo vano, el misticismo, la fiebre, la alucinación, el delirio, desaparecen, y el que antes era enfermo, hoy está sano y se goza con placer indecible en la justa apreciación de las cosas. La fantasía, la terrible loca, que era el ama de la casa, pasa a ser criada.


TEXTO 4

      Cuando Amparo y Refugio se sentaban a la mesa de Rosalía, lo que acontecía tres o cuatro veces al mes, no perdía ocasión esta de mostrarles de un modo significativo la superioridad suya. Mas no sabía hacerlo con la delicadeza y el fino tacto de las personas marcadas de ese sello de nobleza que está juntamente en la sangre y en la educación; no sabía hacerlo de modo que al inferior no le doliese la herida de su inferioridad; hacíalo con formas afectadas que ocultaban mal la grosería de su intención. Al mismo tiempo solía tener Rosalía con ellas rasgos de impensada crueldad que brotaban de su corazón como la mala yerba de un campo sin cultivo. Este detalle pinta a la señora de Bringas y da completa idea de su limitada inteligencia así como de su perversa educación moral, vicio histórico y castizo, pues no lo anula ni aun lo disimula el barniz de urbanidad con que resplandecen, a la luz de las relaciones superficiales, la gran mayoría de las personas de levita y mantilla. Además la lucha por la existencia es aquí más ruda que en otras partes; reviste caracteres de ferocidad en el reparto de las mercedes políticas; y en la esfera común de la vida, tiene por expresión la envidia en variadas formas y en peregrinas manifestaciones. Se da el caso extraño de que el superior tenga envidia del inferior, y ocurre que los que comen a dos carrillos defiendan con ira y anhelo una triste migaja. Todo esto, que es general, puede servir de base para un conocimiento exacto de las humillaciones que aquella señora imponía a sus protegidas, y de la sequedad con que les hacía sentir el peso de su mano al darles la limosna.

  1. ¿Por qué podemos decir que es un texto realista? ¿Y naturalista?
  2. ¿En qué clase social situarías a Rosalía, la señora de Bringas?
  3. ¿Y a Amparo y Refugio?
  4. ¿En qué momento deja entrever el narrador que la de Bringas es una genuina representante de la clase social que has señalado en la respuesta a la pregunta 24?
  5. Señala una comparación o símil en el texto.  
  6. ¿Cómo es caracterizada la de Bringas?
  7. ¿Cómo es esta clase a la hora de optar a un cargo en política?
  8. ¿Crees que su autor es liberal o conservador? Justifica tu respuesta.



CLARÍN (La Regenta) JOSÉ MARÍA PEREDA (Peñas arriba)   (Comparación entre ambos –las alturas, soberbia frente a sencillez-).
  
TEXTO 5
       Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas. Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado*. En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los malos arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso* para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar* el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándose el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero*, que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego y en sus ojos dardos.

Empingorotado: Dicho de una persona, y especialmente de la que se engríe por ello: Elevada a posición social ventajosa.
Voluptuoso: placentero
Columbrar: ver desde lejos.
Altanero: soberbio





TEXTO 6
       Roto, despedazado y recogido así el velo que me había ocultado la realidad del panorama, se destacó la limpia y bien determinada la línea de la costa sobre la faja azul de la mar, y aparecieron las notas difusas de cada paisaje en el ambiente de las lejanías y en los valles más cercanos: las manchas verdosas de las praderas, los puntos blancos de sus barriadas, los toques negros de las arboledas, el azul carminoso de los montes, las líneas plateadas de los caminos reales, las tiras relucientes de los ríos culebreando por el llano a sus desembocaduras, las sombrías cuencas de sus cauces entre los repliegues de la montaña … Todos estos detalles, y otros y otros mil, ordenados y compuestos con arte sobrehumano en medio de un derroche de luz, tenían por complemento de su grandiosidad y hermosura el silencio imponente y la augusta soledad de las salvajes alturas de mi observatorio.
       Jamás había visto yo porción tan grande de mundo a mis pies, ni me había hallado tan cerca de su Creador, ni la contemplación de su obra me había causado tan hondas y placenteras impresiones. Atribuíalas al nuevo punto de vista, y no sin racional y juicioso fundamento. Hasta entonces sólo había observado yo la Naturaleza a la sombra de sus moles, en las angosturas de sus desfiladeros, entre el vaho de sus cañadas y en la penumbra de sus bosques; todo lo cual pesaba, hasta el extremo de anonadarle, sobre mi espíritu formado entre la refinada molicie de las grandes capitales, en cuyas maravillas se ve más el ingenio y la mano de los hombres que la omnipotencia de Dios; pero en aquel caso podía yo saborear el espectáculo en más vastas proporciones, en plena luz y sin estorbos; y sin dejar por eso de conceptuarme gusano por la fuerza del contraste de mi pequeñez con aquellas magnitudes, lo era, al cabo, de las alturas del espacio y no de los suelos cenagosos de la tierra.


1 comentario:

  1. Buena elección de los textos, que muestran en segundas lecturas distintos contextos; políticos, costumbres y tradiciones... Sin duda los ejercicios son ideales para volver a explorarlos y enriquece todo punto de vista.

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